martes, 27 de noviembre de 2007
y por fin te vi...
jueves, 15 de noviembre de 2007
pare chofer...
martes, 6 de noviembre de 2007
olor a vainilla
La semana pasada estuvo aqui la mamá. El olor a vainilla del que habla ella en sus cuentos invadió la casa llenando los espacios chilotes, haciendose parte de mi rutina en la isla. La acompañó el Cami y a los pocos días llegó la Anita. Pura Familia. Recargado de amor continúan mis días.
La rutina sigue, con los mismos niños y también con la misma gente que viaja diariamente, porque esto de vivir en un lado y trabajar en otro es bien común. Con el paso del tiempo me repito los colectiveros, y ya me he apropiado del asiento 19 del transchiloé de las 7:30. Los pasajeros se saludan. No se si lo han hecho siempre, pero al menos comigo lo hacen, lo que le da una sonrisa temprana al día. La niña del gorro celeste sigue acompañándome hasta poco pasado del cruce de Dalcahue. Por estos días no ha usado su lindo gorro y tampoco su mochila. Todo lo ha reemplazado por una melena bien ordenada, y un morral de lana de muchos colores. Yo creo que en verdad trata de combinar sus celestes. No le he hablado, pero al menos nos identificamos al vernos. Hoy calculé que debe tener unos 11 años.
El niño que lloraba ya no lo ha hecho más. De hecho va más despierto que sus hermanos, incluso uno de estos días se fue solo, me tincó que porque sus hermanos se quedaron durmiendo.
El trabajo va bien. Durante casi dos años tuve un cliente único, grande y poderoso, pero a la vez carente de rostro. Hoy me ha tocado defender los intereses de personas reales, y eso es lindo. Es muy fuerte ver la expectativa de justicia en ellos, o simplemente el interés de encontrar solución a un problema. Feliz asumo el desafío de acompañarlos a un tribunal a persudir a un juez, o a una linda jueza (que por estos lados son bien lindas).
Otra cosa importante es la oficina. Acá son amables y acogedores. Eso hace más tranquilo el día. Conocerlos, por supuesto incluidos los niños, me ha permitido en una medida importante suplir la ausencia de todos ustedes, y sus familias, a las que quiero tanto.
Asi transcurren los días. En la casa el viento sopla como su estuviera siempre en un aeropuerto, y cuando llueve en pocos metros es como si me metiera a una piscina. Lindo. La última vez que me pasó los pantalones se me secaron en Chonchi, a dos horas de haber partido de Ancud.
El paisaje sigue sorprendiéndome. Dicen que unos arbustos amarillos que están por todos lados de la isla son una plaga maligna que ataca la tierra y las siembras. Yo los encuentro hermosos. Con ellos todo el paisaje se pinta de verde y amarillo. Ah, como olvidar el mar, el mar.
Aquí los sigo esperando. Besos y abrazos.